Uno de mis primeros recuerdos de Yemayá estará por siempre enlazado con el sabor dulce y pegajoso del dulce de coco. No recuerdo exactamente cuántos años tenía, pero debe haber sido antes del divorcio de mis padres cuando tenía 6 años, cuando fui a una fiesta que se había ofrecido a Yemayá frente al mar. La fiesta era de noche, estaba oscuro como el melao y lo que recuerdo de ese momento es la voz de una santera que me trajo un pedazo de dulce de coco y me lo puso en la boca y me dijo “cómete esto muchacha que está lleno de ashé y de bendiciones y te va a gustar”. Nunca voy a olvidar el sabor y la consistencia crujiente que tenía. Desde ese momento quedé loca con el dulce de coco. Tengo la suerte de no tener restricciones con el coco así es que de vez en cuando puedo comer un poquito y satisfacer mi antojo.
Hay muchas maneras de hacer un buen dulce de coco. Algunos prefieren la consistencia más firme y otros lo quieren más amelcochado; yo aprecio todas las versiones y me las gozo todas.
He aquí mi versión preparada en porciones pequeñas y fáciles de distribuir para aquellos que gustan hacer bembés y compartir cositas ricas. El trabajar con azúcar es una ciencia exacta, pero yo le recomiendo que lo tome con calma y experimente, es importante divertirse al cocinar. En mi libro, el sabor siempre gana, esto aunque la consistencia del dulce no le salga perfecta.
Ingredientes:
4 cocos secos
2 a 3 tazas de azúcar
¼ taza de melao de caña
2 cucharaditas de jengibre rallado
2 cucharaditas de canela
1 cucharaditas del ingrediente Misterioso (selecciones uno de los siguientes para añadirle character a su dulce dependiendo del humor en que se encuentre: extracto de vainilla, extracto de almendra, semillas de cardamomo molidas, cascara de limón rallada, pimiento cayena, nuez moscada).
Procedimiento:
1. Abra los cocos, saque los pedazos de coco, quíteles la corteza negra y finalmente ráyelos.
Este es un proceso que puede tomar algo de tiempo, sin embargo, es una parte crucial del trabajo. Usualmente yo pongo música para Yemayá en mi estéreo y me pongo a cantar porque me da mucha alegría al trabajar en mi proyecto. ¿A que no sabe qué? Este es un proceso mágico el preparar dulces para mi Yeyé de la profundidad del mar. Me gusta aprovechar para pedir por mis padrinos mientras mis manos se entretienen en la tarea, les envío bendiciones por su amor y dedicación y pido por mi familia y por aquellos que van a compartir la dulzura que estoy preparando. No hay un momento en el que no me sienta tocada por los orishas cuando estoy trabajando y de vez en cuando me llegan ideas e inspiración para proyectos. Tenga su mente y sus sentidos abiertos y verá lo que quiero decir con recibir inspiración de los orishas.
2. Ponga dos tazas de agua a hervir y añada los ingredientes listados. Comience a disolver el azúcar. No añada aun el melao…
3. Cocine a fuego mediano por media hora. Aún debe quedar suficiente liquido porque toma un rato en evaporarse.
4. Manténgase pendiente al dulce y menéelo frecuentemente. Cuando vea que empieza a secarse, añada el melao y menéelo nuevamente.
5. Una vez que el dulce este casi seco, decida si lo quiere pegajoso o si lo quiere más seco.
Si lo quiere pegajoso, empiécelo a servir con una cuchara sobre papel encerado para que se seque o lo puede servir sobre moldes de papel encerado para cup cakes como hice en la ilustración.
La consistencia del dulce es cosa de gusto personal. Si lo quiere más pegajoso use más azúcar y cocínelo más tiempo.
A mí me gusta poner el dulce en el horno unos minutos 15 a 350°F porque ayuda a que el coco desarrolle un saborcito tostado que es riquísimo.
Espero que este experimento le resulte exitoso. Se me olvidaba comentar, el ingrediente misterioso es la parte más divertida, esto le ayudara a que su dulce siempre sea diferente y que la gente se pregunte qué fue lo que tenía fuera de lo común. Cuidado con la pimienta cayena, yo no uso la versión con pimienta para servir a Yemayá pero quien la ha probado la ha encontrado curiosa y con un giro travieso y rico.
Omimelli
Oní Yemayá Achagbá
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