La manera de proceder de los orishas es verdaderamente misteriosa. Hacen años que vi a mi padrino por última vez, nos vimos por última vez en Dallas, Texas poco antes de que coronaran a mi hijo con Oggún. Nosotros, los hijos de Yemayá tenemos que aprender a doblarnos con las corrientes que barren nuestras vidas, a ser lo suficientemente flexibles para comprender que no existen las rupturas, que todo es como debe ser…un continúo fluir de energía.
Tengo la bendición de contar con José Bravo, Jr. y José Bravo, Sr. (Igbaé Bayen Ntonú) como padrino y oyugbonakán respectivamente. Mi Obbá Oriaté es Jorge Iturraldo, Salakó, sus fotos están arriba desde la izq. Mi amor y mi respeto siempre los acompañará ya que los tres son parte de quien soy y por tanto siempre estarán en mis oraciones y mi corazón.
Sin embargo, también tengo la bendición de haber sido criada con mucho esmero por dos personas increíbles. Oluwo Jorge Puig Kaiser Iwori Chigdí y José Merced, Yeguedé quien es un excelente Oriaté y Baloyá. Sí, típicamente las personas tienen un padrino y una madrina, pero yo no.
De mi babá Jorge he aprendido que todos tenemos potencial de cambio, de nosotros depende el beneficiarnos de dicho potencial, de crecer o no. Padrino Jorge es un hombre de lógica y razón, es apasionado de los orishas y de Ifá, pero su pasión siembre está atemperada por hechos. Yo trato de aplicar sus enseñanzas a las situaciones cotidianas. Por lo general cada una de nuestras iniciaciones y actos religiosos están guiados por la lógica. La gracia de un olosha reside en lograr un balance entre la fe y la razón. De él he aprendido a cuestionar a aquellos que gustan de ocultarse tras la famosa cita: “En mi casa lo hacemos así”. Es fácil caer presa en la trampa del capricho y de los deseos personales, cuando en realidad si usamos la inteligencia podemos lograr explicar el porqué de cómo se hacen las cosas sin cegarse.
Mientras que babá Jorge estuvo a mi lado años antes de yo haber hecho kariosha, mi padrino José Merced llegó a mi vida años después. Es hecho común que santeros jóvenes se separen de sus padrinos y de sus ilés. Por tanto, es una bendición el encontrar a alguien de buena reputación en la comunidad quien esté dispuesto a “criar” al ahijado de otro y echarse encima una gran responsabilidad por el desarrollo de esa persona.
Hay un tabú para los iniciados de Oyá, no pueden ser padrinos de hijos de Yemayá. Sin embargo, ya que mi kariosha fue hecho por mi padrino José Bravo, quien tiene hecho Yemayá y mi Oyugbonakán tenía hecho Obatalá, no tengo nada de qué preocuparme. El rol de mi padrino Yeguedé es en de un consejero, mayor, maestro y amigo. Yo nací de Yemayá, pero he sido criada por Oyá. Maferefún Yansán de okokán (de corazón).
Padrino Yeguedé es un maestro serio, le gusta que sus ahijados sean estudiosos, diligentes, que trabajen arduamente, que sean respetuosos y no chapuceros. Él es preciso, a veces algo difícil de escudriñar, pero es extremadamente fácil de querer, yo creo que el corazón de mi padrino Yeguedé está hecho del melao de Yemayá.
Porque yo no nací de sus orishas, siempre me he sentido como una visitante en su casa. Pese a que mi exesposo y mi hijo mayor sí nacieron de los orishas de mi padrino Yeguedé, mi lugar en el ilé nunca se ha sentido así de firme. Hay muchos de nosotros los hijos adoptados. Sin embargo, hay una lección que estaba en mi camino la cual habría de borrar la idea de que yo no soy tan parte de esa casa como lo son los que nacieron de Oyá.
Por lo pronto, voy a dejar a un lado mis aventuras con Yemayá y voy a hablar de otra orisha muy especial para mí: Oyá.
Omimelli
Oní Yemayá Achagbá
Nota de editor: El artículo fue publicado por primera vez el 4 de julio de 2010 por Omimelli
Comments