Recientemente tuve una agradable visitante en el blog que señaló como un error ‘garrafal’ el que dijera que los santeros podían comer coco. Al principio me sentí desconcertada por el comentario y dejé una respuesta que fue, bueno en el tono con el comentario inoportuno. Sin embargo, cuando la parte de mi personalidad dominada por mi padre Aganjú dio paso a la frescura de las aguas profundas de mi madre Yemayá, me di cuenta que hay muchos que viven en el error de repetir como loros lo que han escuchado una y otra vez sin necesidad de utilizar su intelecto para razonar más allá de la repetición.
Pero antes de pasar a explicar por qué algunos santeros comen coco y por qué otros no, me voy a remontar a recuerdos de hace unos 15 años. Había una vez y dos son tres cuando conocí a un par de santeros llamados Diego e Isabel en Austin, Texas, y quienes fueron los primeros que se creían los únicos en tener el conocimiento absoluto en la materia de el comer o no comer como en la Santería. Dio la casualidad que a mi marido, quien era un aleyo en ese entonces, se le pidió que comprara un postre para la comida que estábamos preparando en casa de mi padrino. Como es habitual, siendo el sureño amable que es mi esposo, se encontró con un hermoso pastel de coco y decidió comprarlo, pero también quería ofrecer una opción a los presentes, por lo que también compró un pastel de chocolate. El llegó a la casa de nuestro padrino Iwori Oddi feliz con sus elecciones, y nuestro padrino lo saludó en la puerta para ayudarle golosamente a cargar los pasteles (bizcochos para los que son de P.R.) y lo elogió por seleccionar dos opciones mismas que para él eran de agrado.
Para horror de mi ex marido, la santera, Isabel le pegó un estridente grito cuando él entró en la cocina y comenzó a darle un sermón por haber comprado el bizcocho de coco. "¿No sabes que los santeros no comen coco?", Gritó la mujer. La esposa de mi padrino rápidamente le recordó a la santera que ella era una invitada, le señaló que mi marido había comprado no uno, sino dos bizcochos, que no a todos los presentes eran santeros y no todos tenían las mismas prohibiciones, "Así que come lo que quieras y deja a los demás en paz", así es que a Isabel no le quedo otro remedio que acatar las palabras doña María Luisa su anfitriona y mayor en santo.
Las restricciones de alimentos o ewe, son muy personales, ya que se originan por su mayoría en el itá, que pasa a ser un tema muy personal y me atrevo a decir uno que es uno único para cada persona.
Pero vamos a examinar el tema en cuestión. En el artículo me han dicho que ya que supuestamente Obí es un orisha no comemos obí porque estaríamos comiendo un orisha. ¡Ok!
Obí no es un orisha. Didá Obí es el término y significa el partir una nuez de Cola en cuatro secciones para usarse para hacer adivinación, dicha nuez se llama Cola acuminata. Sin embargo, en el Nuevo Mundo la Cola cuminata no crece, bueno se da en el Brasil, pero no es nativa de ahí sino del África. Así que nuestros antepasados yorubas siempre siendo tan prácticos encontraron un sustituto, el coco. Por supuesto, ya que tenemos una rica tradición oral, esta sustitución fue seguida por la creación de Patakis para justificar la sustitución de la nuez de cola con el coco por el Obí. Dicho sea de paso el termino obí no es lo mismo que la palabra yoruba para coco la cual es àgbón.
Uno de dichos Patakis nos recuerda la necesidad de ser humildes. Aquí está mi versión abreviada del mismo.
Obí se considera puro por dentro y muy blanco por lo que tenía la estima de Olofi quien le puso en lo más alto de una palma para ser admirado por todos. Obí comenzó a creerse la gran cosa y su humildad fue decreciendo a la par su orgullo aumentaba. Un día le pidió a su amigo Eleguá que invitara a sus amistades a una fiesta le van a dar. Elegua al ver que a su amigo había cambiado mucho decidió invitar a la fiesta a muchos mendigos y gente sucia. Esto no le cayó nada bien a Obí, quien expulsa a los invitados de su casa. La historia llega a oídos de Olofi y éste decide vestirse como un mendigo y visitar a Obí quien se ofende al verlo a la puerta de su casa y le cierra la puerta, pero al Olofi revelar su identidad, Obí sufre la mayor vergüenza de su vida y he ahí donde nace su maldición. Olofi le hace oscuro por fuera y le preserva su blancura interna pero a la vez le subyuga a Elegua de por vida como instrumento oracular el cual deberá rodar por el suelo para hablar por cualquier orisha.
Luego está la historia de Eleguá como el hijo de Eshú boro Oku y Añaguí que encontró un coco luminoso y después de recogerlo lo tiró detrás de una puerta y se olvidó de él. Poco después el joven murió. Los ancianos se reunieron para investigar la muerte de Eleguá y medio de la adivinación descubrió que la razón de la muerte de Eleguá fue que el coco había sido olvidado y comido por los insectos en el interior y por lo tanto, la conclusión fue utilizar una piedra para representar a Eleguá y así es como Eleguá nace como un orisha. Quizá sea aquí donde algunas personas llegan a la conclusión de que el coco es Eleguá o por lo menos puede ser intercambiable.
La pregunta sigue siendo, ¿comer coco es un acto de teofagía? Yo creo que no. Además, el acto de comer se a un dios no es algo que es ajeno en muchas religiones. Los que fuimos criados como católicos, ¿no nos comemos el cuerpo de Dios en cada misa? Muchos santeros viven con dos religiones son santeros y son católicos al mismo tiempo. Por lo tanto, ¿Cómo puede una persona "comer" el cuerpo de Dios en la misa y luego horrorizarse por masticar un pedazo de coco?
¿Qué sucede cuando uno hace una Rogación de cabeza ¿no es parte del proceso de imbuir la rogación con nuestro ashé el masticar un pedacito de coco, mezclarlo con la saliva y usar esto en la rogación?
Creo que la próxima vez que alguien tenga el deseo de señalar lo que consideran un "error garrafal" ya sea percibido como por una verdadera falta de conocimiento por mi parte, deben detenerse y analizar exactamente qué es lo que ellos creen y por qué. ¿De dónde obtuvieron su información y es esta una información lógica, o simplemente una mera repetición de la tradición oral? No estoy criticando a la tradición oral, sólo estoy diciendo que uno tiene para descubrir esas las pepitas de oro que darse cuenta que los Patakis son un recurso mnemotécnico, y no simplemente tomar la historia palabra hecho por la palabra. Leer entre líneas es una cosa tan maravillosa, y no debe causarnos vergüenza el aprovechar toda oportunidad de de mejoramiento personal, y sobre todo de sufrir de modo que no hay por qué avergonzarse ante la oportunidad para el análisis.
Yo con gusto admitiría si he fallado en algo, pero en este caso no veo donde cometí errores. Comer coco no es un tabú para todos. Comer el coco tampoco nos lleva a la teofagía. El àgbón es tan dios como lo es la nuez de Ikin—ninguno lo es ya que son sólo instrumentos oraculares, o sea, son herramientas de adivinación, nada más ni nada menos. Pero si en el itá le indica a una persona que no puede comer coco, siga esas indicaciones y evite problemas, pero si no indica tal restricción, ¿para qué autoimponérsela y querer evangelizar a otros con temas que no son absolutos? Mantener los tabús del itá es importantísimo, pero lo que no debe serlo es el imponerlas al resto de nosotros como una camisa de fuerza.
Omimelli Oni Yemayá Achagbá
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