Es deprimente ver la proliferación de lo que yo llamo los insta-babaloshas e insta-iyaloshas, si igualito que los famosos Instapots u hollas eléctricas programables donde metes un sinnúmero de ingredientes y sale la comida ya hecha en un santiamén.
Son cada día más los que quieren “coronarse” y ser insta-mayores. Están a diez por docena los mega padrinos y mega madrinas que paren como conejos y quieren ser caciques con muchos inditos siguiéndoles. Pero a la hora de los golpes, esas personas en su gran mayoría carecen de preparación y viven recostados de la experiencia ajena.
Me explico, la Regla de Osha no se aprende de la noche a la mañana. Ver a una persona con un par de años de edad en lo Lukumí ya coronando a otros puede ser indicativo de varias cosas. Una de ellas es apoyarse en la experiencia de otros para que hagan el trabajo mientras el inta-iya/babalosha funge como administrador de la ceremonia y del dinero que se hace en ella. Sin sacrificio y aprendizaje señores, no hay conocimiento. Para ser un buen mayor, uno bona fide, hay que haber aprendido y practicado, como mínimo, la mayor parte de los roles fundamentales en un kariosha. Me da vergüenza ajena cuando veo a personas que no se aplican, pero quieren presumir de tener muchos ahijados. Pagar a otros para que hagan las labores complejas es fácil. Parir para que otros críen es fácil.
El pasar por kariosha no confiere un conocimiento enciclopédico, no crea insta-mayores. El kariosha solo provee licencia para aprender, para comenzar una larga vida de estudio y de práctica. Ser un adepto en uno o varios de los roles que ofrece la Regla de Osha requiere dedicación, requiere trabajar de la mano con un mayor que le vaya mostrando el camino, requiere de largas horas de estudio y una gran dosis de humildad para aceptar que siempre hay más por aprender.
Pero, hoy día nadie quiere ser aprendiz, nadie ve con honra el proceso de moler la piedra bruta como dicen los franco masones, nadie quiere pasar trabajo. NO. Eso es cosa de viejos, hoy hay una app para todo y si no, se lo inventan.
Los protocolos de la Regla de Osha o Lukumí existen para preparar adecuadamente a los nuevos oloshas. Cuando no se observan los protocolos adecuados, damos paso a erosión en las prácticas, se afectan los ilés y por ende todos sufrimos porque nuestra imagen global decae.
De iyawó a insta-olosha mayor
Ojo con los que andan a la prisa. La prisa es mala consejera. No se pasa de iyawó a mayor. Cuando una persona termina su año como iyawó, debe cumplir ciertos requisitos y subsiguiente e idealmente de comenzar a fungir como aprendiz en su ilé.
Luego de llevar a cabo su ebó meta (ya sea a los tres meses, si es que la persona tiene los recursos económicos para hacerlo en ese momento, o, al completar su año y siete días como iyawó). Otro paso de importancia es el ser presentado al igbodu por sus mayores o por un representante designado por su mayor. En esta ceremonia se le presenta al nuevo iniciado todos los pasos del proceso de iniciación. El nuevo olosha también tiene que ser presentado al tambor o Anyá.
Aun habiendo completado estos pasos fundamentales, eso no implica que la persona esté lista para ser un padrino o madrina. Recalco, a ser un padrino o madrina responsable y de conocimiento. Hay que contar con la bendición de sus mayores, y claro está, con la bendición de su orisha tutelar. Un mayor responsable no confiere permisos a la ligera, a no ser que dicho mayor haya salido de la Academia Lukumí Insta-Olosha.
Permítame hacer una pregunta retórica. ¿Una persona cuerda pondría su vida en las manos de un taxista que apenas puede distinguir el acelerador del pedal del freno? Piénselo con cuidado. ¿Pondría su destino espiritual en las manos de alguien mal preparado?
Paso a paso se llega lejos
La simple frase, “paso a paso se llega lejos”, es de gran importancia, pero cada día menos respetada.
Desafortunadamente, la tendencia es ver a oloshas que obran justificando sus actos en emoción y no apoyados por raciocinio, razón, entrenamiento y lógica. El insta-olosha erra, apresura procesos sin el debido entrenamiento y práctica y pagan los que vienen a la osha con amor y buscando progresar espiritualmente.
El tener mucho amor por los orishas no justifica querer iniciar a gente sin saber lo que se hace. La Regla de Osha tiende a crear emociones fuertes y complejas. Sin embargo, no podemos justificar hacer lo que no se sabe solo porque nos sentimos empoderados por un gran sentimiento o por una fuerte emoción. Los sentidos nos pueden engañar, la lógica no. El conocimiento es tangible, la emoción no. Si bien hay que tener corazón, es imperativo tener cabeza para que ella nos conduzca en la dirección propia. De lo contrario, existe el riesgo de destruir con pies lo que la cabeza ha construido diligentemente por medio de la inteligencia.
Tristemente he visto y sigo viendo a padrinos que presionan a sus ahijados a convertirse en padrinos, aunque a penas estén saliendo del igbodu como iyawó. ¡Les debería dar vergüenza! Cuando el ego, el hambre de poder, la avaricia y el dinero son los ejes que mueven la religión, nos convertimos en pasajeros de un tren loco enfilado hacia un abismo a toda máquina.
La lección de Eyiobe-Ogundá
La frase “chivo que rompe tambor, con su cuero paga,” está asociada con el oddú Eyiogbe-Ogundá. Cuando las cosas se hacen mal, siempre hay un precio que pagar, viva convencido de ello. La clave está en quien paga.
¿Quién tiene entonces la culpa, el padrino o madrina o el iyawó? Bueno, los dos. Nadie debe empujar a nadie a actuar en contra de la lógica y de la razón, pero cuando el ego y la emoción se imponen a la razón, lo que le sigue en la mayor parte de los casos es el desastre. La experiencia me ha mostrado una y otra vez que los errores se pagan, alguien los paga. Ya sea que los paguen los padrinos de la persona que está a punto de convertirse en un padrino o madrina mal preparado (a) o el iyawó que se pone en manos de chimpancés, o todos. Los errores se pagan. Esto no es un castigo de los orishas, es un castigo labrado por medio de acciones mal emprendidas las cuales crean osogbo. El concepto es elegante y sencillo, si metes un objeto al fuego, el objeto se va a calentar.
¿Qué podemos hacer para frenar esta tendencia? Solo hay una ruta, el educar a personas para que abran los ojos y vean que no hay prisa en convertirse en padrinos o madrinas. No es lógico ver a bebés pariendo a bebés.
El prestigio y la prominencia de un buen olosha no se miden por la cantidad de ahijados iniciados que tenga. Se debe medir por cómo la persona aplica su criterio y su juicio para ayudar a otros a alcanzar su destino espiritual en las manos correctas, en la casa correcta ya sea la suya propia o la de otra persona. Viva convencido de esta aseveración. Cuando un olosha ayuda a un futuro iniciado a encontrar el lugar adecuado, este acto de bondad no es olvidado.
Una gran casa construida sobre una base de arena y agua, eventualmente colapsará. Cuando ayudamos a construir una casa sobre una buena base, todos nos beneficiamos, todos crecemos y todos ayudamos a que nuestra religión prospere.
Omimelli
Oní Yemayá Achagbá
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