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La vagancia y el desperdicio en el Día del Medio: No dejen perder los pobres patos y codornices


Pato asado, no hay porqué desperdiciarlo

He estado callada demasiado tiempo.  No es que me falten cosas que decir, es más el sacar el tiempo para escribirlas y el dejar que las ideas se marinen hasta llegar a estar lo suficientemente sazonadas antes de tirarlas a la sartén caliente de la opinión pública.

Recientemente estuve en un kariosha, realmente no importa mucho donde fue llevado a cabo.  Creo que lo que voy a compartir representa la realidad en muchas casas de santo en los Estados Unidos y en muchos de los países donde se practica la Santería.


El festín que se sirve en el Día del Medio (donde se presenta a un iyawó a la comunidad como nuevo consagrado) debe ser un gran momento donde los olorishas (personas iniciadas en la Santería), awós (iniciados de Ifá) y aleyos (creyentes que no han sido iniciados como oloshas) se reúnen.  Todos vienen a admirar al nuevo iyawó y a rendir tributo a la persona que en ese día especial está ataviada en ropa de gala y desde la protección de su trono representa a su orisha tutelar.


Es tradición el server un festín con todos los animales que fueron ofrendados a los orishas del iyawó los cuales son preparados al estilo criollo— sea, por lo general, a la sazón cubana o puertorriqueña.  Entre esas ofrendas culinarias están guineas, pato, paloma, gallos, gallinas, chivos y corderos.


El cocinar durante el proceso de iniciación es un asunto verdaderamente fatigante.  Por lo general es también una tarea que pocos agradecen o admiran como se debe. No solo la cocinera o cocinero tiene que preparar alimentos para entre 12 a 30 personas, incluyendo desayuno, meriendas, almuerzo y cenas por siete días, sino que también debe preparar las ofrendas culinarias para los orishas, o sea los asheses. Además, esta persona también está a cargo de preparar el festín del Día del Medio y el supervisar al grupo de oloshas que están desplumando y descuartizando los animales que han de ser preparados de una manera espectacular tal como debe ser la comida que sirve en el Día del Medio.


Vamos a lo que me enoja.  Me enferma el ver como se desperdicia comida sólo porque la gente es vaga y no quiere tomarse el tiempo de desplumar y descuartizar el pato, las palomas y las codornices que se sacrifican. Sobre todo, siendo hija de Yemayá, me enfurece que se desperdicie el pato que se le ofrenda a mi Yeye.  Sí, yo entiendo que hay muchos animales que hay que preparar.  Digamos que se está haciendo una consagración para un iyawó Yemayá.  Esto implica al menos 10 gallos y gallinas, al menos cinco guineas, 10 palomas, dos codornices y cinco animales de cuatro patas y claro está, el rico y poco apreciado pato.


¿Por qué estamos desperdiciando un sabroso pato cuando se paga hasta $40 o más por la misma ave en un restaurante?  ¿Por qué estamos tirando a la basura palomas y codornices como si su carne, una vez drenada de la sangre que tiene su fuerza de vida, ya no tiene valor nutritivo?


Les voy a dar unas cuantas razones.  La vagancia encabeza la lista.  La falta de destrezas para preparar dichas aves es otra.  Finalmente, la falta de disciplina es otra razón.  Hace falta disciplina para sentarse en silencio a pelar un pato.  Sí, pelar un pato requiere tenacidad, paciencia y el cerrar la boca.  ¡Eso mismo! El tener la boca cerrada es algo bien difícil para muchas iyaloshas que aprovechan el tiempo mientras pelan las aves para ponerse al día con mil temas de conversación.


De regreso al tema del Sr. Pato, esta noble ave es la estrella de un par de apatakís bien interesantes. Una de estas historias está asociada al odú Odí Melli (7-7).  En Odí Melli se dice que Yemayá Asesú, quien come pato o kuekueyé en compañía de los eggún, gusta de contar las plumas del pato que se le ofrenda.  Pero como Yemayá Asesú es algo desmemoriada, pierde con frecuencia la cuenta de las plumas y tiene que empezar el proceso desde un principio.


Otro apatakí está relacionado al odú Odí Oshé (7-5).  En este apatakí el orisha Erinle maldice a kuekueyé por chismoso.  Erinle estaba enamorado de Oshún, pero casado con Yemayá. El pato, que es por naturaleza un bochinchero, no pudo ser discreto y fue a contarle a Yemayá del romance entre Oshún y Erinle.  Esto claro está, le ganó al Sr. Pato la sentencia de muerte y le garantizó un sitial de honor como ofrenda a Yemayá, pero no sin que antes le cortaran la lengua por su tendencia a compartir su vasto “conocimiento” de los asuntos privados de otros.  Es por eso que a kuekueyé le tapan los ojos al ser ofrendado a Yemayá durante kariosha con una hoja de malanga, de esa manera no podrá ver a quien le mata.  Dicho sea de paso, a kuekueyé le cortan el pescuezo para que no pueda hablar de la ceremonia o de las cosas que sabe.  Luego de la ofrenda lo sacan del cuarto de santo en un cubo de agua con añil y sin mucha ceremonia lo tiran a la basura. ¡A la basura!  Eso es lo que me enfurece.

Hablemos claramente, no todas las casas de santo proceden de tal manera.  He tenido el honor de preparar esta exquisita ave para que el iyawó la pruebe durante el festín al día siguiente del kariosha. Sin embargo, he aquí donde no hago yo muchas amistades porque por lo general, a la persona a la cual se le asigna pelar al pato debe mantenerse en silencio absoluto en honor al sacrificio del Sr. Chismoso.


Es cuando se le pide a alguien que se mantenga en silencio, al estar rodeado de vivarachas conversaciones, cuando uno se siente como si se hubiera sentado en un hormiguero y le dice que no se rasque después de haber sido picado mil veces.  Sí, lo admito, tengo una sonrisa de oreja a oreja al escribir estas palabras.


Yo sé de lo que hablo, me ha tocado uno que otro pato y no es tarea fácil esto de pelarlo.  Pero lo que más me molesta no es el estar en silencio, me molesta más el desperdicio.  La última vez en la que ayudé a preparar alimentos para un kariosha me tocó trabajar con una olosha quejona que vino en más de una ocasión a la cocina a traerme un ave mal desplumada. Su queja era que había demasiado que hacer como para centrar su atención tanto tiempo en un ave.  ¿Qué hice?  Me arme de la expresión más paciente que pude plasmar en mi cara y le pedí con una sonrisa que hiciera una mejor labor sacándole las plumas al patito.  Después de todo, esta comida es para un recién iniciado iyawó que merece lo mejor.  ¿Cómo no hacer el mejor trabajo posible? Bueno, lo próximo que me pasó es que a la olosha en cuestión se le ocurre despellejar al pato y viene con él a mitad de proceso para compartir su brillante idea.  ¡Despellejar al pato!  Por poco muero, casi la corro de la cocina.  ¡Que ignorancia culinaria!  El pato tiene una carne que se seca con facilidad. Es en la piel donde está la grasa que le da un gusto distintivo y lo mantiene jugoso.


Le quité el ave y pare de sazonar todas las otras aves que ya estaban empezando a llegar a la cocina.  Con cuidado y amor terminé la tarea de despellejar al pato y reparé el daño que hizo con la piel que le había empezado a quitar en la mera pechuga.  Preparé un marinado excelente con especias exóticas y melao para honrar a mi precioso iyawó y que se comiera un ave sabrosa.


Al otro dia, el olor a pato asado inundaba la cocina.  Era evidente en la expresión de los oloshas que venían atraídos por el aroma que estaban locos por meterle el diente al pato.  Decidí deshuesar el ave para presentarla al iyawó y mientras ayudaba a servir los muchos platillos hice a un lado los huesos.  Cuando terminamos de servir, regresé a la cocina donde me encontré con una sorpresa.  No quedaba ni un chispito de carne en los huesitos del kuekueyé.  Como hubiera haber querido sacar una foto de lo que vi.  Al lado de la pila de huesitos estaba uno de los babaloshas a los que más quiero y respeto, hijo de Yemayá como yo, chupándose los dedos después de haber honrado a kuekueyé de la mejor manera posible, no desperdiciando ni un poquito de su suculenta carne.


Si eres un olosha, la próxima vez que vayas a trabajar en un kariosha, observa lo siguiente. ¿Prepara la cocinera todas las aves, incluyendo al pato, las codornices y las palomas?  Si lo hace, ¿Son preparadas en estilos diversos?  Los estilos de sazón y guiso, eso es algo de lo que podemos hablar bastante, pero es tema para otra conversación.  Y créanme, hace tiempo que estoy por abordar el tema.


Por lo pronto los dejo con esto para que lo digieran a su paso.


Con mucho amor, respeto y apreciación para los que despluman, pelan, destripan y cocinan durante kariosha.  Son verdaderos héroes por realizar esta ardua tarea.  Pero por favor, les encargo, no permitan que se desperdicien alimentos.


Omimelli

Oní Yemayá Achagbá

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