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Writer's pictureOmimelli

La ofrenda Lukumí más poderosa


Esta mañana me desperté pensando en las muchas veces que he ido al océano a traer ofrendas a Yemayá. Ya sea una ofrenda elaborada o sencilla, en un momento u otro, muchos de nosotros, Lukumí, hemos derramado nuestro corazón junto al océano. Sin embargo, en todas las ofrendas hechas a través de décadas de adoración a los Orishas, hay un elemento que nunca se menciona pero que está vitalmente presente en abundancia: el respeto.


El respeto no suele estar presente en nuestros pensamientos de manera central cuando uno se ocupa de preparar, por ejemplo, un adimú. Uno se enfrasca en el proceso, los ingredientes y la impecable ejecución de lo solicitado. Sin embargo, el respeto y una buena dosis de reverencia deben impregnar esencialmente cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones.


Por ejemplo, cuando una persona se le hace un registro con diloggún y se le dice que lleve una sandía al océano y se la ofrezca a Yemayá junto con melao y cualquier otra cosa que el adivino considere necesario, lo hace obedientemente. El acto de optar por cumplir con el odú puede estar motivado por muchos factores; sin embargo, si no respetáramos el odú y la necesidad subrayada por el odú, el adimú no llegaría al océano.


El respeto es la ofrenda más valiosa, no solo para los Orishas, sino para los demás. El respeto es tan fluido y abundante como las aguas que brotan de Yemayá. El respeto engendra bondad; la bondad fomenta el iré.


Encuentre formas de expresar respeto en su vida diaria. A veces puede venir como gestos grandiosos; a veces, puede ser tan simple como una palabra amable para su cónyuge o pareja. El respeto puede ser un simple acto de buena voluntad hacia abures y mayores. El respeto es como un camaleón que puede disfrazarse y estar en el más duro de los entornos, tranquilo y vigilante, esperando ser reconocido y apreciado.


Todos podemos aprender de este anciano, el respeto. Búscalo, ya sea en el océano, al pie de una colina, a la orilla del río, en el monte, el respeto siempre está ahí.


Viviendo y aprendiendo con Yemayá. Maferefún Iyá mí.


Omimelli

Oní Yemayá Ashabá

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