La tradición oral puede ser un poco como el juego de niños que se llama ‘teléfono’ donde uno pasa un mensaje a lo largo de una línea de personas y después de comunicarse de ‘boca a oreja’ muchas veces este mensaje termina tergiversado en algo muy diferente a lo que originalmente fue comunicado en principio.
En gran medida esto es lo que ha pasado con el lenguaje litúrgico que usamos en la Santería el cual se conoce como Lukumí y para muchos significa ‘mi amigo’. Lo que tenemos hoy día en práctica en muchas ceremonias está literalmente roto, es una mezcla de español y en muchos casos de ingles haciendo del mismo un literal sancocho que no tiene sentido en particular para aquellas personas que hablan yoruba.
Voy a ilustrar mi punto con un par de travestías que he escuchado una y otra vez siendo cantadas en toques de batá y en iniciaciones de osha, donde el akpwón o el oriaté, dependiendo de quien lleve la voz cantante en ese momento, entona cosas que no tienen sentido.
Mi intención es transparente; sencillamente no hay razón para continuar repitiendo cosas como una cotorra sin entender lo que estamos diciendo cuando hay ahora más contacto con personas que hablan yoruba y cuando hay buenos libros de referencia y grabaciones que nos pueden ayudar a llenar estos espacios de falta de conocimiento que podamos tener.
Canción a Babalú Aiyé
Esto es lo que he oído una y otra vez:
“Aberikutu agua erizo, aberikuto agua erizo la ayé babá Babalú Ayé agua erizo ayé babá
Babá eee babá soroso, babá eee babá soroso aine komo de babá sire sire seremoba babá sire sire”
Esto no tiene sentido. El primer error es el uso de la palabra “aberikutu”, seguida por la adición de la palabra ‘agua’ en esta estrofa de la canción. De igual manera no creo yo que hay ‘erizo’ o lo que me suena a mí como ‘erizos’ en una canción para babá.
He aquí lo que la canción debería decir de acuerdo al libro de John Mason,"Orin Orisha: Song for Selected Heads” (a propósito, he dejado fuera las marcas de
acento en yoruba):
Agadagodo awa eri so. Ore baba.
(El candado amarra nuestras cabezas. Padre favoréceme)
Babaluaye awa eri so. Ore baba.
(Padre, señor del mundo estamos amarrados. Padre favoréceme)
Bastante es el cambio entre lo que la letra de la canción quiere decir y lo que creemos que estamos oyendo y que repetimos sin cuestionar. Usted tal vez se pregunte que tiene que ver un candado con Babalú Aiyé, pero ese es tema para otro ensayo el cual voy a desarrollar en un futuro. Hay muchos otros ejemplos que puedo citar, pero este es uno que me fastidia escuchar atropellado porque tiene que ver:
“Cae cae cae Yemaya Olokun, cae cae cae Yemaya Olokun”
¡Gente, Yemayá no se está cayendo! Tampoco anda Olokun con ella en esta canción, se que se llevan bien y todo por compartir su dominio marino, pero Olokún no guisa acá.
Esto es lo que debería decir la canción:
Kai! Kai! Kai! Yemayá olodo
(Imagínese eso, imagínese eso, imagínese eso, Yemayá es la dueña de los ríos)
Kai! Kai! Kai! Iyá mi olodo
(Imagínese eso, imagínese eso, imagínese eso, la madre de las aguas es la madre de los ríos).
Dicho sea de paso, Yemayá es una orisha de los ríos si recuerdas bien tus apatakís. Hay uno en particular donde ella se convierte en un rio tratando de escapar la ira de su esposo y para hacerlo se tiendo sobre la tierra y fluye en forma de rio hacia el mar.
Si queremos preservar tradiciones, entonces debemos ser un poco más inquisitivos sobre lo que estamos repitiendo a lo papagayo.
Escuchemos varias versiones de canciones, en particular las dejadas como legado cultural por el mega estrella akpwón Lázaro Ros, Osha Niwé Igbaé bayén n’tonú. Es saludable el investigar; de igual manera lo es el escuchar a diferentes mayores cantar y comparar sus versiones. De ser posible, pregunten si ellos conocen el significado de lo que están cantando, algunos podrían sorprenderles positivamente con su disposición de compartir lo aprendido a lo largo de los años. Sin embargo, otros podrían reaccionar con hostilidad si es que están inseguros de sus propios conocimientos, en cualquier caso, perdone los que reaccionen con hostilidad y recuerde que el miedo al ridículo y a ser cuestionado es una poderosa fuerza que no todos pueden manejar con gracia.
No hay razón para que tengamos lengua de trapo cuando se trata de nuestro Lukumí. El conocimiento es poder cuando se trata de palabras porque es a través de ellas que hacemos invocaciones, comunicamos nuestros sentimientos, deseos y por medio de ellas cambiamos los osogbos por iré y pedimos a los orishas que nos protejan todos los días de nuestra vida.
Si tienes ejemplos de situaciones con ‘lenguas de trapo’ compártelas abajo, estoy segura que juntos con amabilidad y cortesía podemos aprender de más ejemplos.
Omimelli
Oní Yemayá Achagbá
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