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El Dilema del crecimiento de la Santería: escuchando a Eyeunle Melli


Eight cowrie shells
Eyeunle: la cabeza lleva al cuerpo

La religión Lukumí está pasando por una etapa de crecimiento en las Américas y en el extranjero y con ello vienen ajustes difíciles. Nuestras prácticas se centran en pequeñas estructuras comunales conocidas como ilé o casas de santo y mientras algunos grupos están sobrellevando estos cambios acelerados de manera inteligente y sistemática, otros se guían por intenciones menos altruistas. Esto presenta un dilema; ¿Dónde como oloshas trazamos la línea señalando y exponiendo comportamientos potencialmente dañinos? ¿Debemos permitir que el cuerpo guíe las acciones de la cabeza o seguimos el proverbio el oddú 8-8 que sostiene que la cabeza es la guía del cuerpo?

Publiqué este artículo hace casi una década. Lo he revisado a la luz de problemas sistémicos persistentes que continúo observando los cuales deben abordarse. Hay asuntos globales actuales que están impulsando a más personas a buscar la espiritualidad con los orisha y esto tiene sus repercusiones.

Los términos cabeza y cuerpo se ven desde la siguiente perspectiva en este escrito. El cuerpo representa la comunidad Lukumí y la cabeza representa el sentido colectivo / individual de dirección, camino y destino religioso.

Un organismo debe tener un crecimiento normal y saludable para poder prosperar. Sin embargo, el crecimiento acelerado sin control conduce a resultados aberrantes. Factores como la proliferación de las redes sociales, la disponibilidad de dispositivos de comunicación inteligentes portátiles y la necesidad de gratificación instantánea, contribuyen a comportamientos perniciosos que perjudican a nuestras comunidades.

Los estafadores se aprovechan al máximo de esos factores porque explotan la religión como negocio, acumulan seguidores y se llenan los bolsillos de dinero. Estas personas se apropian y se benefician de un legado religioso que no les importa aprender propiamente, honrar y preservar. Son parte de una cultura codiciosa y de explotar el poder que ejercen sobre personas que buscan lograr espiritualidad. Identificar a un estafador potencial es fácil. Sus publicaciones en las redes sociales tratan de crear una persona parecida a un gurú. Estas personas suelen dedicar mucho tiempo a la autopromoción, vendiendo expectativas poco realistas, exhibiéndose en "lives" y dando a conocer ceremonias en videos de rituales y promocionando mentiras descaradas. La proliferación vertiginosa de los mercaderes de la religión da paso a inventos, rituales mal ejecutados y exagerados en su costo. Esto a su vez deja a su paso iniciados confusos y erosiona los cimientos de la Regla de Osha que han de heredar las generaciones futuras. Su proliferación contribuye poco a fomentar la creación de ilés adecuados. En su lugar, prolifera caseríos poblados por nuevos iniciados desestabilizados que carecen de conocimientos fundamentales, pero están demasiado ansiosos por seguir esos mismos pasos.

Cuando el cuerpo lleva a la cabeza Este es el camino ideal para personas impacientes. Para ellos, todo se trata de coleccionar ahijados. Se trata del sentido agrandado de “honor” al ser elegido para convertirse en padrino u oyugbona. Cuando el éxito se basa en la cantidad, no en la calidad de los iniciados, se siguen creando caseríos llenos de aborishas, ​​aleyos y oloshas en lugar de ilés. Estas comunidades no valoran la preparación espiritual y el tener a los líderes capacitados con prudencia. Se trata del negocio financiero de ser padrino y no de las necesidades de aquellos que confían su crecimiento espiritual y su bolsillo a ese individuo.

El crecimiento acelerado se justifica de muchas formas. El razonamiento principal es, "si mi orisha ha puesto esta oportunidad en mi camino, entonces debe significar que estoy listo para ello". ¡Incorrecto! El Orisha puede seleccionar a una persona, eso no significa que un olosha esté listo para asumir la responsabilidad de educar a esa persona. La comunicación aquí es entre esa persona y el orisha y no necesariamente apoya o asegura la disposición del individuo para ser un mayor espiritual. Son dos conversaciones distintas y diferentes. Sin embargo, la mayoría de las veces, el olosha interpreta esto como, “El orisha quiere que aprenda sobre la marcha”, “En mi itá vino que estaría iniciando personas inmediatamente después de mi año de iyawó o hasta en el transcurso del mismo” y la lista de justificaciones continua.

¿Es esto realmente justo para las personas que vienen a buscar ayuda y ofrecer su vida a los orishas? ¿Es este realmente un camino inteligente y sostenible para aquellos que quieren servir como oloshas y carecen de experiencia?

En muchos casos, el orisha dirá que sí a la pregunta "¿Puedo iniciar a este individuo?" La respuesta puede venir en forma con un resonante sí como lo implica un eye ife, el cual es contundentemente positivo. Pero, ¿estamos haciendo las preguntas correctas antes de ir al orisha? ¿Nos preguntamos si se está lo debidamente capacitado para esta responsabilidad? ¿Si se poseen los conocimientos para asumir la tarea de elevar el nivel de espiritualidad de este individuo? ¿Se está capacitado para enfrentar decisiones vitales cruciales basadas en el corpus de conocimiento que reside en nuestro oddú, dilogún, patakís y ebbós? ¿Realmente se sabe lo suficiente como para ayudar a otra persona a prosperar? Cuando el cuerpo controla la cabeza, la Santería crece casi como los infames esquemas piramidales cuando la persona sube la cima creando una enorme base de seguidores, una costosa base de seguidores. Esta es una receta desastrosa. Hay muchos que han sufrido a manos de oloshas mal preparados. Me duele el corazón cuando escucho historias sobre iyawós abandonados, sobre personas abandonadas a sus propios medios y, lo que es peor, sobre aquellos criados en casas donde se hace poco esfuerzo para llegar más allá de la mecánica rudimentaria necesaria para llevar a cabo el trabajo bruto de los karioshas. Cada nuevo olosha que ha ido al igbodú (el cuarto de santo) en manos de oloshas mal entrenados sabe que no es tanto el proceso de iniciación, porque hay oloshas y un Oriaté a quienes se les paga para venir a apoyar a aquellos que aún pudieran no ser tan diestros y preparados para liderar durante los rituales. Sin embargo, es la falta de enseñanzas posteriores a la iniciación lo que hiere profundamente en los años formativos de un olosha y la cual deja huellas en su vida.

Es desalentador ver que hay muchos oloshas que cuentan ya con una buena cantidad de años de experiencia que apoyan esta posición. Uno se pregunta si su postura es egoísta porque les asegura una posición en la estructura piramidal, el que le llegue dinero a su bolsillo o que lo hagan por sus propias agendas personales. El tener años de servicio como olosha no siempre equivale a sabiduría y ciertamente, no es un indicador de una vida religiosa examinada y juiciosa. Cuando la cabeza lleva al cuerpo

El posicionamiento de aquellas casas que valoran la enseñanza metódica y la preparación de los iniciados es mucho más sencillo. Se toman medidas para asegurarse de que cada iniciado conozca lo pilares fundamentales de la Santería. Aquí los oloshas aprenden sobre su historia, sobre los oddú y los patakís. Es importante señalar que los patakís son dispositivos mnemotécnicos para facilitar las comunicaciones en una tradición de base oral como la Santería.

Esto significa que no todas las palabras que escuchas en un patakí son hechos contundentes. A los iniciados en estas casas de santo se les enseña a descubrir las lecciones contenidas en los patakís y a no preocuparse por la minucia de la historia. En estas casas de santo apoyar a ahijados curiosos y analíticos es un signo saludable de un ilé liderado por mayores que acogen el diálogo respetuoso y no perpetúan la ignorancia. Este es un indicador de un ilé que valora a la cabeza que verdaderamente lleva el cuerpo. Los iworos de casas adecuadas están expuestos a una variedad de oportunidades de aprendizaje que, lenta y metódicamente, les hacen subir de rango tanto en gracia como en conocimiento ritual. Por lo general, se les asignan tareas como aprender su linaje, la moyugba y los oddú. Al mismo tiempo, pueden desempeñar funciones de apoyo, como ser el primer oyugbona de elekes, aprender a hacer correctamente una rogación de cabeza, ebbó, organizar materiales para un sarayeye y, lo más importante, aprender la vasta cantidad de oraciones y música en Lukumí tanto para los orishas como para Egún.

Los padrinos de estos ilés saben cuándo adelantar a los virtuosos y cuándo prestar mucha atención a los que requieren más dedicación y enseñanza, porque valoran las contribuciones tanto de los talentosos como del iniciado promedio. Estos son los padrinos que reconocen que su corona espiritual está mejor adornada por el brillo de sus ahijados.

Aquí las preguntas de por qué, cómo, dónde y cuándo no dan miedo ni son irrespetuosas. En estas casas, se requiere que uno sepa por qué se hacen las cosas, cómo se ejecutan mejor, a dónde acudir para obtener ayuda y recursos y, lo más importante, que aprendan el valor de cuándo hacer o no hacer algo.

Los babaloshas y las iyaloshas que dirigen las casas donde la cabeza lleva al cuerpo saben que hay una gran necesidad de aprender acerca de un futuro iniciado. Cada aborisha tiene necesidades particulares que deben entenderse para garantizar que se adapte a la casa de santo y que la persona ayude al crecimiento sostenido y la elevación de todos en el ilé y en la comunidad en general. Los oloshas responsables saben que cada acción, cada par de manos y cada kariosha representan un eslabón en la cadena de un legado vivo.

Por lo tanto, antes de ir a orisha para preguntar si uno de sus iniciados puede asumir el papel de padrino o oyugbona, se tienen que haber formulado y respondido muchas otras preguntas.


En resumen, un olosha puede iniciar a alguien durante el año como iyawó (una vez que completen todas sus ceremonias). No es una cuestión de capacidad física o espiritual; es una cuestión de habilidad a la luz del conocimiento y la experiencia acumulados antes de asumir que puede reproducirse sin pensar en consideraciones de peso como las expuestas.

Permítanme dejarles una analogía a considerar. Cualquier adolescente puede reproducirse. Los hijos de adolescentes imponen cargas indebidas a sus padres, que no están mentalmente preparados para soportar el peso de la crianza de los hijos porque ellos mismos son niños. ¿Quién sufre las consecuencias de la falta de juicio en materia de reproducción? Todos lo hacemos. La sociedad en general sufre por el deterioro de las estructuras familiares, los padres adolescentes sufren y también los abuelos que deben intervenir para ayudar a criar a sus nietos, pero especialmente, los críos también sufren.

Si no podemos aprender de este paralelo directo, ¿entonces nuestro cuerpo está controlando la cabeza, o, nuestra cabeza está controlando el cuerpo? Sea usted el juez.

Omimelli

Oní Yemayá Achagbá

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