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Diario de un Kariosha: Una travesía de transformación ©


El trono de Ayótomiwá

Al proceso de asentar a un orisha dentro de lo que es la mejor piedra, nuestra propia cabeza, se le llama kariosha. A este también se le conoce como yoko orisha, asiento o coronación. El proceso involucra a fin de cuentas una simbiosis espiritual y biológica donde una fuerza externa que está alineada con el orí del individuo de por vida. Una vez que se completa de manera exitosa este proceso, una serie de cambios en cadena debe acelerar el desarrollo espiritual y físico del individuo que ha pasado por el kariosha.


Sin embargo, esta no es la manera en la cual la mayor parte de las personas entienden la transformación que el proceso de kariosha significa. Para la mayor parte, los de mentalidad simple, el proceso es uno de coronación. Es uno donde se alimenta el ego y uno donde se crea un 'rey' o una 'reina' que ahora tiene “coronado Shangó”, o a “Yemayá coronada” o a cualquiera que sea el orisha que resultó ser la guía para la vida del iyawó o novio(a) del orisha. He aquí donde yo difiero de esos seguidores que van por la vida de una manera poco inteligente, ufanos de “tener tal o cual orisha coronado” pensando que de alguna manera ahora son un nuevo dios o diosa encarnados o un nuevo miembro de una casta real. Maldito sean los títulos. Cada iniciado, sin importar su rango, no es sino un servidor de los orishas. No me importa si se trate de un olosha o si piense esta persona que por ser un oluwo está en lo más alto del escalafón de iniciaciones (como muchos se consideran al hacer Ifá y escalafón con el cual yo estoy en desacuerdo), cada persona que pasa por una de estas iniciaciones, sin importar de cual se trate no es más ni menos que un servidor de los orishas. Si recordamos este simple hecho, seríamos una mejor comunidad religiosa porque nos mantendríamos operando desde un parámetro y mentalidad de humildad y de servidumbre con amor a los orishas y hacia nuestros hermanos y hermanas y para con la comunidad en general. La palabra sirviente no es una denigrante, por el contrario, en este caso es un alto honor el servir.


No obstante, antes de que siga por esta tangente, aunque considero que este recordatorio es bien importante, voy a regresar al tema original: Transformación.

Yo te tenido la bendición de ser testigo del proceso de transformación de bastantes individuos a través de su travesía de aleyo a olosha y ahora estoy en el proceso de ayudar a mi hijo mayor a hacer los preparativos para que mi hijo menor cumpla con este ritual a los casi 8 años de edad.


Esta no es la primera vez en que uno de mis hijos se convierte en un olosha. Mi hijo mayor, quien será el padrino de kariosha de mi hijo menor, fue iniciado a Oggún hace 8 años. En aquel entonces, yo vi como un niño entró al igbodu y un ser completamente diferente salió de ahí. Fue como si alguien se hubiera llevado a mi niñito, y en su lugar, me hubiera regresado el cuerpo de un niño con el alma de un hombre adulto mirándome a través de sus ojos.


Como madre, esta fue una experiencia desconcertante. Yo conocía a mi hijo, al que llevé en mis entrañas y vi crecer y desarrollar su personalidad. Pero de repente, me vi frente a una experiencia diferente a lo que había anticipado. Es otro asunto el ver a un adulto salir del proceso de kariosha que el ver la transformación de un niño.


Estas son las cosas para las que nadie te puede preparar. Puede ser que leas sobre mi experiencia, pero como madre si tu hijo o hija no ha pasado por este proceso, puede que sólo entiendas mis palabras a nivel intelectual, pero te faltará el conocimiento visceral que solo un padre que ha vivido este comprende. Y aun así, no todas las experiencias serán las mismas, he ahí el valor y la belleza de compartir estas historias de transformación.


Entonces, ¿por qué les permitimos a nuestros niños el pasar por esta transformación a tan temprana edad? Muchos de los expertos en desarrollo infantil estarían de acuerdo en que la personalidad de un individuo aún está en el proceso de desarrollo hasta los 7 años de edad. Yo no soy una experta en desarrollo infantil, pero estoy de acuerdo con el hecho de que los niños están en un proceso de profundos cambios y que es crucial el que tengan un camino muy claro en orisha antes de que se les permita el pasar por esta experiencia a tan temprana edad.


Puede ser que te preguntes, ¿y que de las mujeres que hacen kariosha al estar embarazadas? ¿qué sucede con el desarrollo de la personalidad de esa criatura y con su desarrollo? Yo estoy en desacuerdo con hacerles kariosha a mujeres embarazadas. He aquí mi raciocinio. Una iniciación de tal profundidad es una experiencia personal para un solo individuo. Esta iniciación debe ser hecha con pleno uso de razón y plenamente conscientes de lo que se está haciendo y habiéndose llevado a cabo una serie de lectura previas para determinar con claridad la necesidad de esta transformación espiritual. Yo podría continuar abundando en las razones técnicas en apoyo a mi oposición, las cuales me llenan de escepticismo sobre hacerle kariosha a una mujer embarazada y luego reclamar que la criatura nace como olosha, pero este es un tema de debate que merece espacio de análisis y consideración por mérito propio y el cual prometo abordar en el momento oportuno ya que no es el enfoque de este ensayo.


A medida que voy a ayudando a mi hijo Oggún Addá Araí a prepararse para el kariosha de su hermano menor, no puedo evitar preguntarme cuáles serán los cambios que tomarán lugar en mi hijo. Estoy tanto emocionada como asustada. Emocionada porque sé que está listo para esto ya que él mismo ha pedido ser iniciado, él ha pedido con fervor que Elegba lo seleccionara y se le cumplió este deseo y está muy feliz. Él entiende las implicaciones del paso que está por dar ya que ha crecido en un hogar donde la devoción a los orishas es el centro de nuestra vida espiritual. Pero tengo temor, porque no estoy segura de que estoy lista para dejar ir al hijo a quien conozco. No estoy segura de estar lista para enfrentar el hecho que este niño a quien conozco no será el mismo cuando salga del igbodu. Lo amo tal como es. Lo amaré cuando emerja de esta transformación, estoy segura de ello. Sin embargo, ya él no será el mismo niño a quien crie y lo voy a extrañar muchísimo, esto si lo sé a ciencia cierta.


No estoy siendo dramática, estoy hablando de un trasfondo de conocimiento y de observación. Nunca somos iguales una vez que salimos del proceso de kariosha, no podemos predecir los cambios que tomarán lugar. Todo lo que podemos hacer como padres es el preparar a nuestros hijos lo mejor que podamos, ayudarles a corregir las más fallas en su carácter antes de que hagan kariosha y el estar ahí para apoyarles y guiarles según emergen y los cambios continúan manifestándose lentamente en los años venideros.


Omimelli Oní Yemayá Achagbá

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